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martes, diciembre 18, 2012

Manolo, marca ya!

1977.
El año en que en el Registro Civil se pudieron por fin inscribir nombres en catalán o euskera. El año de la matanza de Atocha, el del mayor accidente de aviación (583 muertos) en el aeropuerto de Los Rodeos, el de la legalización del Partido Comunista de España, el de las primeras elecciones de la democracia, el de la muerte de Elvis, Groucho y Maria Callas o el último partido como profesional de Pelé con el Cosmos. Y, también, el año en que se pusieron vallas en los campos de fútbol de España.
El 30 de enero de aquel año el Barça, líder, arrancó un positivo empate en el Bernabéu, manteniéndose en el liderato gracias a que el Atlético no pasó del mismo 1-1 en Salamanca. Se jugaba la jornada 20 y nada hacía pensar en el habitual derrumbe del equipo barcelonista. Todo estaba por llegar.

Y todo comenzó a explotar una semana después, el seis de febrero, con ocasión de la visita del Málaga al Camp Nou, una fría tarde de domingo que degeneró en un escándalo mayúsculo, con la segunda expulsión de Johan Cruyff desde que jugaba en España (curiosamente la primera la había sufrido en La Rosaleda y abandonó el campo rodeado por los 'Grises')
y una frase, tan mítica y legendaria como falsa, que pasó a la historia. 'Manolo marca ya!'. Manolo, Clares, no marcó en aquel partido que ganó el Barça por 2-1 pero la exclamación quedó para siempre en el imaginario del barcelonismo.
Aquel seis de febrero, a los 34 minutos de partido y ganando el Barça por 1-0, un centro cerrado al área pequeña de Mora fue rematado en fuera de juego y con la mano por Esteban. El gol, para pasmo de todo el mundo, fue dado por válido por el árbitro del partido, Ricardo Melero Guaza. Mediada la segunda parte Neeskens marcó el 2-1, poco después saltó un espectador al césped con una muleta y una senyera y a un cuarto de hora del final estalló todo. En cuatro minutos Melero no señaló un claro penalty de Laguna a Cruyff, anuló un gol por fuera de juego al holandés y pasó por alto otro penalty por manos de un defensa andaluz. En ese momento, con el público ya encendido, Johan acudió a protestar y se ganó la tarjeta amarilla... que en un instante degeneró en expulsión.

Rodeado de futbolistas, el árbitro se mantuvo impasible y Johan abandonó el campo con cara de póker. Acabó el partido como el rosario de la aurora, con invasión de campo y agresión al árbitro en una escena dantesca para dar paso a la leyenda. Mientras las autoridades decidían imponer las vallas en los estadios, Cruyff puso en marcha su estrategia de comunicación, que se basó en afirmar, en jurar y perjurar, que solamente había exclamado 'Manolo, marca ya!' dirigiéndose a su compañero Clares. Hubo días después, incluso, un careo en el que Johan se mantuvo inalterable en su declaración... Y sufrió una sanción de tres partidos.
Años después, siendo ya entrenador del Dream Team, Cruyff echó por tierra su propia leyenda. 'Con todas las letras se lo dije: Hijo de puta' admitió el holandés rememorando aquella tarde de 1977. Pero el 'Manolo, marca ya!' no desapareció, no desaparece, del imaginario barcelonista. Clares, un goleador de los de antes, trabajador infatigable del área, fue el protagonista involuntario precisamente una tarde en que no marcó, pero que marcó su nombre para siempre.

LA CAÍDA
A partir de aquel domingo llegó el derrumbe. El Barça, que salió de aquella jornada 21 líder y con un punto de ventaja sobre el Atlético de Madrid, cosechó tres empates y tres derrotas consecutivas en las siguientes seis jornadas, descolgándose a cuatro puntos del equipo colchonero, a la postre campeón. El veinte de marzo, en Burgos, acabó por hundirse en todos los órdenes aquel equipo de Michels, en otra histórica jornada concluida en una discoteca de Madrid... Pero, como si de un Titanic se tratase, el hudimiento en seis actos lo fue sufriendo ante Salamanca (2-0), Athletic (0-2), Atlético (1-1), Hércules (2-2), Sevilla (3-3) y Burgos (1-0). Curiosamente, en El Helmántico y en el Rico Pérez, Juanito y Barrios, dos ex jugadores del Barça, fueron protagonistas con sus goles de la caída de aquel líder con los pies de barro. Ironías del destino.

EL ESCENARIO
La expulsión de Cruyff, el escándalo del Camp Nou, la sanción de tres partidos al holandés, el escarnio sufrido por el Barça, fueron vistos entonces y son recordados ahora como un ataque del 'centralismo' a una Catalunya que bramaba por la restauración de la Generalitat, que el once de septiembre reunió a más de un millón de personas en las calles de Barcelona reclamando el Estatut y que se sentía víctima de una opresión que ahogaba su personalidad. Aquel seis de febrero, los agresores de
Melero Guaza no fueron jovenzuelos ultras bajo la bandera de un hooliganismo que no existía en España, sino aficionados de mediana edad que incluso argumentaron su acción. 'Le cacé bien, yo le di el puñetazo mejor colocado. Sentí un relajamiento inmenso. Me dije: ya está. De acuerdo, no era correcto, pero son ya muchos años de mafia contra el Barça, de dictadura contra Catalunya ¿Por qué tuvo que expulsar a Cruyff aquí en casa? Vengué una ofensa a Cruyff ¿Cuándo va a invitar el señor Montal a Porta (presidente de la Federación) al Camp Nou? Tenemos preparadas para él y para Plaza (presidente Comité de Árbitros) dos sogas que colgarán del dedo de Colón'. Son algunas de las palabras, declaradas a la desaparecida revista Don Balón, de quien saltó al campo a linchar a Melero Guaza.



Campo: Camp Nou, 80.000 espectadores.
FC Barcelona: Mora, Ramos, Migueli, Olmo, Amarillo, Neeskens, Sánchez, Asensi, Marcial (Rexach 69'), Cruyff y Clares.
CD Málaga: Meléndez, Aráez, Vavá, Popó, Laguna, Vilanova, Cervera (Aicart 69'), Vílchez, Castronovo, Requejo y Esteban.
Árbitro: Ricardo Melero Guaza. Amonestó a Mora y Castronovo. Expulsó (75') a Cruyff.
Goles: 1-0, Cruyff (18'). 1-1, Esteban (34'). 2-1, Neeskens (59').

domingo, agosto 12, 2012

Zubizarreta, el interior de Cruyff



Papendhal, un lugar que poco debe significar en el presente del Barça, es donde todo empezó. Un pequeño pueblo a un centenar de kilómetros al sureste de Amsterdam, típico holandés, fue el sitio elegido por Johan Cruyff para empezar a dar forma a su ideario futbolístico en el Barça, en el verano de 1988. Allí fue donde el convulso club que procedía del motín del Hesperia transitaba hacia el futuro intentando olvidar el pasado reciente. Con media plantilla del curso anterior ya facturada, con Carrasco o Julio Alberto señalados, con Zubizarreta marcado, con Roberto cuestionado... Con mucho por hacer. Y con Cruyff mostrando desde el primer día que sus galones eran intocables.


Allá viajó el Barça dispuesto a aprender a toda prisa la intocable, indiscutible, filosofía que Johan pretendía dar a su equipo. Y a fe que en apenas cuatro días todo quedó al descubierto. Tan diferente al presente, en aquellos días las pretemporadas constaban de un entrenamiento matinal y un partido amistoso vespertino ante algún equipo amateur. La presentación, el 25 de julio, se saldó con un 1-6 ante el Varsseveld; un día después fueron diez al Vierden; el 27 cuatro al TEVV y el 28 de julio tocó marcarle nada menos que 16 al Veloc. Pero ese cuarto partido, ese 0-16, con tres goles de un Julio Salinas recién llegado y elogiado sin reservas por Cruyff (lo que son las cosas) mostró al barcelonismo algo nunca visto. Zubizarreta, el capitán, el portero indiscutible del equipo y de la selección, jugando... de interior!


Decidido Cruyff a jugar cada partido de pretemporada con un portero distinto, aquella tarde le tocó el turno a Unzué y Zubi se fue a sentar tranquilamente en el banquillo. Fueron cayendo los goles al mismo ritmo que las sustituciones hasta que en el minuto 78 Johan se giró hacia Andoni y le dijo que iba a salir sustituyendo... a Jordi Roura. Doce minutos nada más, escasos pero de un mensaje muy claro por parte del entrenador, que restando importancia al hecho en si mismo, sí admitió pocos días después que su portero no sólo servía para atajar balones, sino, también, para iniciar el juego ofensivo del equipo, con los pies, algo en lo que Zubizarreta, de hecho, nunca fue un especialista.





Aquella tarde lluviosa en el Sport Park de Eindhoven, 1.500 aficionados y todos (que no eran demasiados) los periodistas catalanes presentes en la pretemporada, descubrieron abruptamente otro de los secretos que guardaba Johan Cruyff. El fútbol de ataque iniciado desde la portería, los extremos, el pase al primer toque, los rondos, los peloteros... Y Zubizarreta como protagonista de excepción, involuntario pero colocado en el primer plano.

Cuando, hoy, a Víctor Valdés se le supone un especialista más con los pies, cuando desde el primer equipo benjamín y hasta el profesional los porteros del Barça tienen presente que ese dominio del balón como dogma de fe, bueno es recordar lo que ocurrió una tarde de julio, hace ya 24 años en Eindhoven. Fue un 28 de julio, mientras Migueli, lesionado, tomaba un avión de regreso a Barcelona sin imaginarse que su presencia en la plantilla de Cruyff sería ya poco menos que testimonial. A la vez que crecía el protagonismo de un tal Luis Milla, el primer '4', y se reivindicaba un jovencísimo Guillermo Amor. El mismo día que Archibald firmaba el finiquito y López López, perdonado Carrasco, se marchaba cedido al Oviedo.


Finales de julio de 1988, un día antes de que Ángel Maria Villar fuera proclamado presidente de la Federación Española de Fútbol... Cargo en el que, a pesar de todo, permanece.

Campo: Sport Park, Eindhoven, 1.500 espectadores.
Veloc Eindhoven: Aanraad, Bogers Kernenade,Meeking, Milhhes, Noijen, Roas, Sinten, Smulders, Suijders y Speck.
FC Barcelona: Unzué, Serer, Serna, Roberto, López Rekarte, Salva, calderé, Eusebio, Roura, Urbano y Carrasco. 2ª Parte: Unzué, Cristóbal, Alexanko, Manolo Hierro, Julio Alberto, Milla, Amor, Mullerm Soler, Roura (Zubizarreta 78'), Julio Salinas y Begiristain.
Goles: 0-1, Calderé (4'). 0-2, Urbano (15'). 0-3, Salva (30'). 0-4, Calderé (39'). 0-5, Eusebio (42'). 0-6, Hierro (48'). 0-7, Soler (60'). 0-8, Begiristain (63'). 0-9, Julio Alberto (64'). 0-10, Milla (69'). 0-11, Alexanko, de penalty (75'). 0-12, Julio Salinas (79'). 0-13, Julio Salinas (82'). 0-14, Soler (83'). 0-15, Begisristain (84'). 0-16, Julio Salinas (88').
Árbitro: Merks (Holanda). Sin tarjetas.

martes, noviembre 15, 2011

Beveren: Sant Artola gloriós y pasaporte a la gloria

Temporada 1978-79. Primer año sin Cruyff; primer año con Núñez. Y la vida sigue igual. Quinto en la Liga a ocho puntos del Real Madrid y KO en la Copa tras encajar un humillante 4-0 en Mestalla, una pequeña ciudad de Flandes, de apenas 45.000 habitantes, iba a convertirse en el paso al infierno o resurrección del Barça de Quimet Rifé, sustituto de Lucien Muller tras el desastre de València como entrenador y que de buenas a primeras se encontraba ante el reto mayúsculo de convertir a un equipo en barrena en ese triomfant prometido por Núñez.

Era el segundo partido oficial de Rifé al frente del equipo, tras haber debutado con un incontestable 6-0 al Sporting el domingo anterior que devolvía la fe al barcelonismo. Y fue la noche en que, decididamente, más allá de Artola, el fútbol descubrió a un tal Jean Marie Pfaff, clave en ese Beveren que ganaría la Liga pocas semanas después y que alcanzó la categoría de crack defendiendo durante seis años la portería del Bayern Múnich o que fue quien apartó a España de las semifinales del Mundial de México, en 1986.


Pero la historia estaba por escribirse aún. Y aquel 25 de abril de 1979 el Barça encontró el pequeño estadio Freethiel lleno. Y se vio arropado por más de 3.000 optimistas acompañando para defender el escueto 1-0 de la ida, marcado por Krankl de penalty, y la esperanza de, diez años después de la triste final de Berna, volver a una final continental. Europa había sido un carrusel durante el curso. Había comenzado aquella Recopa paseándose ante el Shakhtar soviético, que por aquel entonces poco o nada tenía que ver con el actual; siguió con el milagro inolvidable de Zuviría, la NOCHE más apasionante recordada hasta entonces en el Camp Nou ante el Anderlecht; continuó con un reencuentro ante el Ipswich de Robson, que sentenció un cabezazo de Migueli, y se dirigió a esa semifinal ante un pequeño pero crecido Beveren, que si lo puso difícil en el Camp Nou, dio nombre a 'Sant Artola Gloriós' en Bélgica. Porque aquella noche, el vasco se convirtió en leyenda.


Leyenda porque aquella noche Pello Artola redondeó la mejor actuación recordada, convirtiéndose en una muralla insalvable ante media docena de remates con sabor a gol de Janssens, Albert, Stevens, Cluytens o Schönberger, que siempre encontraron a ese portero vasco tan discutido como recordado para desesperar a los belgas. Es probable que hoy, tres décadas después, Artola siga siendo un nombre maldito en Flandes.
A las páginas de oro de la historia del Barça ha pasado, claro, la final de Basilea, aquel partido épico que el Barça venció por 4-3 al entonces poderoso Fortuna de Dusseldorf. Y de aquel curso ningún barcelonista olvida el gol de Zuviría, que sirvió para empatar la eliminatoria ante el Anderlecht. Pero Beveren, esa pequeña ciudad a 1.370 kilómetros de distancia, al norte de Bruselas y cercana a la frontera con Holanda, le dio al club el pasaporte a la gloria después de 90 infernales minutos en los que debió ganar a fútbol pero bien pudo perder a remates.


Un penalty, como en la ida, sentenció. Un derribo claro de Buyl a Krankl a tres minutos del final desembocó en el lanzamiento de Rexach a la red... y a la guerra de nervios que provocó al sentenciar el árbitro que debía repetirse el lanzamiento por considerar que Charly había hecho una 'paradinha' incorrecta. La imagen de los fotógrafos junto a los futbolistas protestando nos traslada a un pasado lejano, cuando el fútbol era tan distinto, a pesar de ser tan semejante. Repitió el lanzamiento Hansi, marcó y el Barça sentenció su pase a la final. La primera Recopa que iba a acabar en el museo.


Este es un video, encontrado en la red, impagable de cómo vivió la frustración la afición belga. Y en él se descubre la razón que tenía el gran Puyal. 'Sant Artola Gloriós'


Campo: Freethiel, 22.000 espectadores.
SK Beveren: Pfaff, Jaspers, Van Genechten (Lisazo 83'), Buyl, Baekce, Hofkens, Schoenberger, Albert, Stevens, Cluyten y Janssens.
FC Barcelona: Artola, De la Cruz, Migueli, Costas (Olmo 68'), Albadalejo, Neeskens, Sánchez, Asensi, Heredia (Esteban 79'), Rexach y Krankl.
Árbitro: Patrick Partridge (Inglaterra). Amonestó a Cluytens.
Gol: Krankl, de penalty (88').


Y así es como habían recibido al Barça a su llegada al hotel...

martes, noviembre 01, 2011

Mr. Robson, goleada bajo la tormenta

La relación de Bobby Robson con el Barça no empezó, como podría suponerse, en 1996. El 17 de mayo de aquel año, un día antes de que Cruyff y Gaspart escenificasen en los vestuarios del Camp Nou la salida en globo del holandés, el propio vicepresidente y Núñez sellaron en Madrid el fichaje del entrenador británico... Que doce años antes había rechazado una primera oferta aconsejando a Terry Venables y que conocía ya qué significaba el Barça desde 1977, cuando al frente del Ipswich Town vivió su primera experiencia blaugrana. Algo que nunca olvidaría.


Después de eliminar al modesto AZ'67 holandés en la tanda de penalties, la Copa de la UEFA emparejó al Barça de la temporada 1977-78 con el Ipswich Town, por aquel entonces entre los grandes de Inglaterra, que acababa de eliminar a la Unión Deportiva Las Palmas y que en el partido de ida, disputado en Portmand Road el 23 de noviembre de 1977 había arrodillado al equipo 'amarillo' de Michels por un incontestable 3-0. El siete de diciembre tocaba jugar la vuelta, en una noche infernal, fría y lluviosa que se aventuraba trágica, más teniendo en cuenta que tres días antes, en el mismo Camp Nou, el Real Madrid había ganado por 2-3, escapándose en una Liga que comenzaba, otra vez, a escaparse al Barça.

Apenas 30.000 espectadores desafiaron a la tormenta y se plantaron aquella noche del siete de diciembre en el Camp Nou. Pero al Ipswich Town de Robson el paseo comenzó a degenerar en pesadilla cuando en veinte minutos su portero Cooper había intervenido hasta en tres ocasiones y a la cuarta no pudo atajar el cabezazo de Cruyff, que devolvía la esperanza al Barça. Apenas comenzada la segunda parte una asistencia de Asensi desembocó en el 2-0 del propio Cruyff y la frialdad del ambiente ya había dado paso al ambiente de esas noches mágicas, en busca del milagro. Encerrado en su área, el Ipswich sobrevivía como podía al asedio de un Barça enrabietado, y tocado por la fortuna primero cuando Mills se encontró con el palo y después, casi al final, cuando una caída de Clares en el área fue designada como penalty, que Charly Rexach se encargó de transformar para igualar la eliminatoria.

Aquella noche del Ipswich no tiene la leyenda que alcanzó un año después el Anderlecht o el Goteborg en 1986, pero puede considerarse la primera épica en la historia de las remontadas con penalties en el Camp Nou. Y es que, sin goles en la prórroga, la eliminatoria desembocó en la lotería de esos lanzamientos. Allí el héroe incontestable fue 'San Artola Gloriós', que rechazó los lanzados por Viljoen y Woods, encaminando el pase blaugrana a los cuartos de final.

  
Campo: Camp Nou, 29.739 espectadores.
FC Barcelona: Artola, Sánchez (Amarillo 61'), Migueli, Olmo, Macizo, Neeskens, Rexach, Fortes, Cruyff, Asensi y Zuviría (Clares 61').
Ipswich Town: Cooper, Mills, Hunter, Tibbott, Talbot, Osman, Osborne, Whymark (Geddis 59'), Mariner, Gates (Viljoen 64') y Woods.
Árbitro: Erich Linemayer (Austria). Amonestó a Woods.
Goles: 1-0, Cruyff (21'). 2-0, Cruyff (46'). 3-0, Rexach, de penalty (87').
Penalties: Talbot, poste(0-0). Rexach, gol (1-0). Viljoen, rechaza Artola (1-0). Asensi, gol (2-0). Mills, gol (2-1). Olmo, rechaza Cooper (2-1). Woods, rechaza Artola (2-1). Amarillo, gol (3-1).

Un día antes de aquel partido, Cruyff, que consumía sus últimos meses en el Barça, ofreció una rueda de prensa (recordada en la hemeroteca de Mundo Deportivo) en la que afirmaba su intención de retirarse y no jugar en Estados Unidos... Vale la pena repasarla.

Accede a la entrevista clicando en la imagen

martes, agosto 09, 2011

Cinco de noviembre. Anonimus Colonia

El grupo Anonimus, dicen, ha amenazado con destruir la red social Facebook el próximo cinco de noviembre de 2011. Una fecha cualquiera... A no ser que se trate del Barça, que tiene esa fecha clavada en sangre. Y es que las dos peores humillaciones europeas sufridas en el Camp Nou acaecieron un cinco de noviembre. La primera, en 1980, motivó el doloroso cese de un personaje de leyenda como Ladislao Kubala; la segunda, en 1997, provocó un cantado adiós a la Champions en el primer curso de Louis Van Gaal como entrenador. En 1997, de hecho, el KO continental era ya esperado en esa fecha, por cuanto se jugaba la cuarta jornada de una liguilla que el Newcastle de Asprilla y el PSV de Cocu habían puesto demasiado cuesta arriba.

El 0-4 que entronizó a Shevchenko y acabó por sentenciar a Vitor Baía en 1997, con un Dinamo Kiev atómico que asaltó el Camp Nou sin piedad, igualó la primera y hasta entonces peor humillación sufrida por el Barça en Europa. La situación social y deportiva en 1980, de hecho, no era para nada más cómoda entonces, dos años después de la llegada de Núñez a la presidencia y con un Kubala que en apenas tres meses ya estaba con el agua al cuello, descolgado en la Liga y pendiente de cualquier tropezón para ser despedido, con Helenio Herrera en la recámara por segunda vez y un equipo al borde de un ataque de nervios.

Pero, para nada, podía imaginarse tal descabello aquel cinco de noviembre, dos semanas después de haber dado la campanada en el estadio Müngersdorf, cuando un solitario gol de Quini había puesto en franquicia aquella eliminatoria de 1/16 de final de la Copa de la UEFA. Con Schuster en la tribuna (fichado diez días antes) y los ánimos, parecía, renovados tras ganar en Alicante al Hércules, aquel partido ante el Colonia de Rinus Michels debía significar un resurgir... que se convirtió en un funeral tan inesperado como definitivo.
"Nosotros no podemos marcar los goles" expresó después en la tribuna un Núñez que acabó sentenciando el cese de Kubala, en una noche fría, lluviosa y catastrófica como pocas se recuerdan. Ahora, de hecho, a nadie se le pasaría por la imaginación situación similar. Y es que eran otros tiempos. El 1-0 favorable con que inició el Barça el partido desapareció rozando el minuto 40, cuando Strack lanzó un lejano misil que sorprendió a Artola y abrió la caja de los truenos en las gradas, con una afición de uñas con el equipo y que contempló como la lesión sufrida por Migueli (en su partido europeo número 50) le dirigía al matadero.

Aquel 0-1 con que acabó el primer tiempo y que igualaba la eliminatoria se temía ya como el inicio del fin. Y lo significó de mala manera. Apenas iniciado el segundo, Littbarski le regaló un centro de oro a Engels que puso el 0-2 y con el Barça roto, con apenas cinco minutos de diferencia (64 y 69) el propio Littbarski y Dieter Müller convirtieron el KO en una humillación histórica, con la hinchada barcelonista expresando pañuelo en mano su descontento, Kubala hundido en el banquillo y el Barça entrando en barrena.
Situaciones que hoy se antojan utópicas eran por aquel entonces habituales. Entre julio de 1978 y noviembre de 1980 desfilaron tres entrenadores por el banquillo. Rifé, ganador en Basilea había sido despedido y casi denunciado y la caída de Kubala motivó el regreso de Helenio Herrera, un veterano personaje que veinte años antes había sido el artífice del último gran Barça que se recordaba. Y que tuvo la misión de resucitar a un equipo muerto y enterrado a manos de un Colonia que asaltó como nadie podía sospechar el Camp Nou.

La noche acabó con incidentes, primero contra el banquillo del Colonia y después en las puertas de la tribuna. Con la afición clamando el grito de guerra habitual de 'Neeskens' como reprobación hacia todo y el Barça en puertas del fracaso más absoluto. Hoy nadie puede imaginar situación similar. Pero en aquel entonces era moneda habitual...

Campo: Camp Nou, 60.000 espectadores.
FC Barcelona: Artola, Ramos, Migueli (Martínez 40'), Manolo, Alexanco, Sánchez (Zuviría 23'), Canito, Asensi, Simonsen, Ramírez y Quini.
FC Colonia: Schumacher, Prestin (Littbarski 40'), Konopka, Strack, Willmer, Cullman, Engels, Botteron, Bonhoff, Müller y Woodcock.
Árbitro: Patrick Partrige (Inglaterra). Amonestó a Manolo y Alexanko del Barcelona y a Engels y Bonhoff del Colonia.
Goles: 0-1, Strack (39'). 0-2, Engels (46'). 0-3, Littbarski (64'). 0-4, Müller (69').

viernes, agosto 05, 2011

Bakero, Ehrmann y el milagro de Betzemberg

“Sin la ayuda de Dios no se llega a ninguna parte. Hemos jugado el peor partido del año pero la suerte ha sido decisiva. Ahora sí que tengo muchas esperanzas de ganar la Copa de Europa”. Johan Cruyff, sonrisa nerviosa como pocas veces se le vio, admitía en silencio, en los pasillos de Fritz Walter Stadion, que la fortuna había vuelto a visitarle en el momento preciso. Aunque esta vez fue en el prólogo de una obra inolvidable, la que acabaría 195 días después en el viejo y legendario Wembley.

El seis de noviembre de 1991, con dos goles de ventaja y una extraña confianza en su seno, el Barça se presentó en Kaiserslautern a cerrar su billete para la primera liguilla de la historia de la Copa de Europa. El campeón alemán no era el Bayern, sino un equipo que había ganado su primera Bundesliga en 38 años, con un equipo huérfano de estrellas y que en buena lógica no debía significar mayor contratiempo en esos octavos de final... Pero a los tres minutos de la segunda parte el FCK había igualado la eliminatoria y a un cuarto de hora para el final Goldbaek había encendido el infierno con un 3-0 que dejaba en la calle al Barça. Vestido de naranja, y colorado de los nervios, el equipo de Johan Cruyff se dirigía al matadero de manera irremediable cuando emergió de la nada José Mari Bakero para elevarse más que Kranz y Scherr y cabecear un balón imposible a la red.
Cruzado y envenenado, ese remate acompañado desde la distancia por millares de hinchas desesperados dejó clavado en el suelo a Gerry Ehrmann, el tipo que defendió más de 400 partidos la meta del Kaiserslautern entre 1984 y 1998 y que nunca ocultó, con el paso de los años, que aquel seis de noviembre vivió la mayor de las decepciones de su carrera. No es extraño si se considera que el gol de Bakero llegó cuando faltaban 15 segundos para alcanzar el minuto 90. “Debí llegar a ese remate. No sé qué me pasó que me quedé clavado mirando el balón” admitió tiempo después aquel portero que creció a la sombra del inolvidable Toni Schumacher en el Colonia y que once años y un día antes, el cinco de noviembre de 1980, había contemplado desde el banquillo como el Colonia asaltaba a lo bestia el Camp Nou para, con un 0-4, sentenciar el despido de Kubala.
Su relación con Schumacher nunca fue estrecha ni cordial y en cuanto abandonó Colonia con destino a Kaiserslautern no ocultó sus diferencias con aquel excéntrico portero recordado por su calidad... Y por una entrada asesina al francés Battiston en las semifinales del Mundial de 1982. Curiosamente, y a pesar de ser considerado desde su paso al Kaiserslautern en 1984 uno de los mejores y más regulares porteros de la Bundesliga, Ehrmann nunca alcanzó la selección alemana. Gerry fue a suceder en Betzenberg a un ídolo como Ronnie Hellström y si aquel es recordado, éste es poco menos que una leyenda... Con su noche trágica.

La ayuda de Dios, como dijo Cruyff, acudió al auxilio del Barça en el momento más dramático de aquella temporada. De hecho, el mismo Zubizarreta que sufrió una falta en el 1-0 y se quedó mirando en el 3-0, salvó dos remates envenenados y con sabor a gol que hubieran trasladado la eliminación a la categoría de humillación. Vestido de naranja y rojo de la ira, un empujón innecesario de Haber a Nadal en el minuto 89 dio paso a un milagro quizá poco conocido en el presente triunfal del Barça pero que explica, sin duda, qué era en aquellos tiempos el club. Para redondear el milagro, porque el partido no acabó con el vuelo de Bakero, apareció otra vez, salvador y no suficientemente elogiado entonces, Andoni Zubizarreta en el minuto 92 para sacar una mano milagrosa a un cabezazo de Haber. Encajó tres goles en siete remates pero aún fue trascendental, casi tanto como Bakero y, desde luego, más que Gerry Ehrmann, hoy preparador de porteros del propio Kaiserslautern y que sigue sin olvidar aquella noche del seis de noviembre de 1991.




Campo: Fritz Walter Stadion, 32.500 espectadores
FC Kaiserslautern: Ehrmann, Funkel, Shäfer, Hoffman, Goldbaek, Lelle (Kranz 87'), Hotic, Scherr, Witeczek, Haber y Kuntz.
FC Barcelona: Zubizarreta, Nando, Cristóbal, Guardiola (Nadal 80'), Koeman, Eusebio, Bakero, Witschge, Begiristain y Stoichkov.
Árbitro: Erik Fredriksson (Suecia).
Goles: 1-0, Hotic (34'). 2-0, Hotic (48'). 3-0, Goldbaek (76'). 3-1, Bakero (90').

jueves, julio 14, 2011

Ronaldo, el búfalo de Montjuïc

Si la jornada de aquel 25 de agosto de 1996 comenzó con la satisfacción blanquiazul por haber ganado su 'Ciutat de Barcelona' al Real Madrid en Sarrià (con goles de Benítez y Francisco) y siguió con el susto de leer en la prensa que el recordman mundial de natación Alexander Popov había sido apuñalado en Moscú, acabó con una frase, a la postre, premonitoria de Joan Gaspart, al que no se le ocurrió otra cosa que exclamar: "Con el tiempo, Ronaldo saldrá barato". No se equivocó el 'vispresident' porque apenas diez meses después el Barça hizo un negocio financiero tan espectacular como nefasto deportivamente con su venta al Inter por casi el doble de lo que había costado...

Pero aquella noche estival quedará para el imaginario barcelonista de una época difícil a la vez que apasionante por la felicididad que significó descubrir a un futbolista llamado a hacer historia. Fichado un mes y medio antes en Atlanta, Ronaldo debutó con el Barça en dos fugaces apariciones de 25 minutos durante el trofeo Gamper ante San Lorenzo e Inter, pero fue ante el Atlético de Madrid, en la ida de la Supercopa de España, cuando su presencia pasó de ilusionante a desbordante.

El estadio de la montaña olímpica no se llenó y, seguro, los que no se decicieron a esa excursión debieron (o deben aún) arrepentirse. 'Este tío es un búfalo' se escuchó decir en las gradas de Montjuïc viendo como se llevaba el balón como una locomotora entre Santi, Bejbl, Solozábal o López. Todavía tocada la moral por lo que el Atlético había significado la temporada anterior, el nuevo Barça de Robson encaró esa Supercopa con la intención de avasallar de principio a fin, y el equipo del doblete sufrió en carne propia la explosión de ese jovenzuelo que tanta alegría dio en su efímera etapa blaugrana.

Veinte minutos antes de comenzar el partido Antón Parera (el que luego pasó a la historia con el "Chusín, el precio lo pongo yo") confirmó el fichaje de Fernando Couto mientras entre risas Gaspart felicitaba irónicamente a Jordi Cruyff al conocer que en Old Trafford el repudiado hijo del repudiado Johan había marcado aquella tarde un gol con el Manchester United (ante el Leicester en la tercera jornada de la Premier). Pero cuando a las nueve y media de la noche Fernández Marín dio inicio a esa ida de la Supercopa nada ni nadie fue capaz de restarle un ápice de protagonismo al nuevo crack.
A los cinco minutos recibió un pase simple de Giovanni que convirtió en un corto sprint para soltar un zambombazo raso que sorprendió a Molina. Primer gol y primeras admiraciones. Con Prosinecki en el banquillo y Guardiola de mariscal, el barcelonismo intentaba aparcar el divorcio latente por lo sucedido pocos meses antes y el segundo gol, de Giovanni, a la media hora, pareció dar paso a esa felicidad que el tiempo demostró falsa.

Aquella noche, sin embargo, fue la culminación de un amor a primera vista entre el hincha y el crack. Bajando a recibir a la línea de tres cuartos, Ronaldo convertía cada aparición en una exhibición de talento y fortaleza y la abierta sonrisa de Núñez en el palco junto al orondo y nunca suficientemente denunciado Jesús Gil demostraba la excitación del universo blaugrana ante el futuro inmediato. Con todo, Ronnie dejó para la segunda parte lo mejor de su repertorio, especialmente en la parte final cuando el Atlético llegó a poner en duda la superioridad local.

Fue con la entrada en escena de Iván de la Peña que comenzó a fraguarse una 'sociedad' que pudo dar mucho y poco acabó dando. Parecieron entenderse sin mirarse y mostraron hacerlo sonriéndose, sobre todo en una jugada excepcional del brasileño por la banda del área en la que dejó clavado a Geli con un regate seco e inesperado en la línea de fondo que dio paso a una asistencia al cántabro para sentenciar el 4-2 antes de que en el último minuto redondease su mágica presentación con un gol a placer tras una jugada digna del mejor Kaká llevada a cabo por aquel Giovanni que también mostró de lo mucho que era capaz.

El Barça sentenció la Supercopa con un 5-2 de ensueño que despertó admiración y temor a partes iguales. "Esto es solo el principio" atinó a decir sonriente después Ronaldo, eufórico y feliz.
Aquel 25 de agosto de 1996 no fue un domingo cualquiera. Michael Schumacher, a los mandos de un Ferrari, venció el GP de Bélgica en Spa por delante del líder y futuro campeón del Mundial Jacques Villenueve; pero lo trascendental, deportivamente hablando, fue el descubrimiento al mundo de un nuevo 'Fenómeno'. Llamado a reinar en el fútbol, Ronaldo convirtió su presentación oficial como barcelonista en una fiesta que en el mundo globalizado de hoy habría sido universal. Quien tuvo la fortuna de disfrutarlo en vivo en Montjuïc, seguro, nunca podrá, ni querrá, olvidarlo.

Campo: Estadi Olímpic de Montjuïc, 37.500 espectadores.
FC Barcelona: Vítor Baía, Luis Enrique, Nadal (Abelardo 50'), Popescu, Sergi, Guardiola, AMor (De la Peña (68'), Giovanni, Figo, Stoichkov (Pizzi 72') y Ronaldo.
Atlético Madrid: Molina, Geli, Santi, Solozábal, Toni, Bejbl, Simeone (Vizcaíno 45'), Pantic, Roberto (Aguilera 45') (López 68'), Kiko y Esnaider.
Árbitro: Fernández Marín. Amonestó a Popescu, Figo y Luis Enrique del Barça y a Simeone, Santi, Vizcaíno, Geli, Esnaider, López y Molina del Atlético.
Goles: 1-0, Ronaldo (5'). 2-0, Giovanni (31'). 2-1, Esnaider (37'). 2-2, Pantic, de penalty ( 57'). 3-2, Pizzi (73'). 4-2, De la Peña (75'). 5-2, Ronaldo (89').

martes, julio 12, 2011

Mariano Bombarda, el principio del fin


Dos de agosto de 1994. El Dream Team de las cuatro Ligas acaba de llegar a Holanda para iniciar un stage que marcará el inicio del fin. Nadie lo sospecha todávía pero la ausencia del rebelde Romario, borracho de éxito en Río tras conquistar el Mundial, aventura un curso más difícil todavía. Huído Laudrup y aterrizado Hagi en su lugar aquel comienzo de pretemporada marcó el futuro, un futuro que acabaría, 21 meses después, con Cruyff saliendo del club a golpe de insultos.

Aquel dos de agosto de 1994 lo comenzó Johan a la suya, enviándole un recado envenenado a un Romario que ya había avisado que no volvería a Europa, al menos, hasta dentro de dos semanas. "Ya ganamos tres Ligas sin él, así que si decide quedarse en Brasil femomenal porque haremos el negocio del siglo" le disparó desde el aeropuerto de El Prat Cruyff. A la llegada a Doorwerth, cuartel general del stage, nada parecía amenazar la paz de la plantilla... En pocas horas llegarían los terremotos.

Aquel día en que Bittor Alkiza fue traspasado por la Real Sociedad al Athletic por 225 millones de pesetas, oscureció con el argelino Nourredine Morceli batiendo el record mundial de los 3000 metros en Mónaco, recortando la marca del keniata Moses Kiptanui hasta dejarla en un tiempo de 7'28'96. Dos días antes, en el mítico estadio de Sestrieres, Sergei Bubka había sumado un centímetro más a su colección de records de pértiga hasta los 6,14 pero la maravilla la había protagonizado Mike Powell, al que solo el viento apartó de igualar legalmente su record mundial de longitud con un salto vertiginoso de 8,95 metros. Eran los días en que rivalizaba con un tal Carl Lewis...

Pero para el Barça el dos de agosto era el inicio del primer curso sin Zubizarreta y sin Laudrup y en su primera prueba, en el Oostepark de Groningen, comenzó a contemplarse la posibilidad de que el Dream Team fuese era historia. Aquella tarde holandesa debutó con mando en plaza Carles Busquets en la portería y en poco más de media hora un equipo de la media tabla holandesa ganaba al subcampeón de Europa por 4-0. Un tal Mariano Bombarda, nacido en Cádiz y crecido en Argentina en la cantera de Huracán, debutaba con los verdiblancos del Groningen, al lado de Erwin Koeman, el hermano del héroe de Wembley. Y ese tosco delantero, cuya carrera no pasó después precisamente a la historia, se erigió en la primera piedra que sufriría a lo largo del año Busquets. El meta de los pantalones largos se comió dos goles y en un tercero quedó en evidencia al pretender regatear a un contrario, Schreuder, que provocó el pasmo general al acabar el balón en el fondo de la portería.

4-0 al descanso y unas caras en la tribuna de alucine solo comparables con el espanto con que los jugadores blaugrana acogieron en el vestuario la bronca de Cruyff. De ese 4-0 se pasó a un 5-5 final tan alocado como extraño. Con Jordi Cruyff marcando por partida triple y Gica Hagi dejando muestras de su excepcional calidad... y, también, de su muy poca adaptación al juego de conjunto del Barça.

La jornada acabó con una mítica rajada de Johan, en la que condenó sin contemplaciones a los integrantes del once inicial. "La primera parte me ha dejado muy claro quien es quien en este equipo" advirtió el holandés minutos antes de que los teletipos (en aquel entonces internet o las redes sociales ni se sospechaban) escupiesen unas declaraciones de Laudrup hiriendo más si cabe al barcelonismo al afirmar que "me he integrado mucho mejor al Real Madrid que en el Barcelona". También aquel dos de agosto de 1994 se dijo que Moses Malone había llegado a un acuerdo con el Iraklis de Grecia... Aunque todo quedó en nada porque el legendario pivot acabó firmando un último contrato con los San Antonio Spurs. La NBA todavía era un mundo aparte.

Pero lejos de Salónica, de Sestrieres, de Mónaco, Madrid o Barcelona, en Groningen, empezó a caminar el Barça triomfant de las cuatro ligas. Aquel verano de 1994 fue el inicio del fin y en las habitaciones del hotel de Doorwerth donde se alojaba el Barça, la noche del dos de agosto algún integrante de aquella plantilla comenzó a entender que nada es eterno. La gloria, desde luego que no.

Campo: Oostepark, 22.000 espectadores.
FC Groningen: Lodewijks (Roorda 45'), Boekweg, Veenhof, Erwin Koeman, Gall, Beerens, Schreuder (Hamming 65'), Roossien (Boudesteijn 24'), Bombarda, Kooijman y Sion.
FC Barcelona 1ª parte: Busquets, Geli, Nadal, Koeman, Sergi, Bakero, Ekelund, Amor, Escaich, Delgado, Begiristain.
FC Barcelona 2ª parte: Busquets, Sánchez Jara, Abelardo, Guardiola, Goikoetxea, Iván, Quique, Eusebio, Hagi, Jordi y Stoichkov.
Goles: 1-0, Bombarda (6'). 2-0, Schreuder (12'). 3-0, Schreuder (21'). 4-0, Bombarda (33'). 4-1, Jordi (51'). 4-2, Hagi (53'). 4-3, Jordi (70'). 4-4, Hagi (72'). 5-4, Bombarda (76'). 5-5, Jordi (81').

martes, diciembre 19, 2006

Barça 3 Göteborg 0 (Copa Europa 1985-86)


'A la media parte ya les habremos metido los tres goles que necesitamos'. Recuerdo, más o menos, haber escuchado estas palabras a Marcos en la radio un día antes del partido. Eran los tres goles que nos había cascado el Göteborg en Suecia; los tres que le habíamos marcado cuatro días antes al Valencia en la Liga. Los tres que necesitábamos...
Hay días que marcas en el calendario de manera especial. Porque pretendes que pasen a tu pequeña historia. Esa historia que años después podrá dar paso a estos recuerdos. Yo, de veras, lo pensaba aquella noche. Recuerdo habérselo dicho a mi padre de alguna manera que ni ganar la Copa de Europa (iluso de mi) debería borrar ese ambiente de nuestra memoria.
Y es que bien pronto lo tuvimos todo de cara. Apenas en nueve minutos Pichi Alonso dejó en ridículo a los centrales suecos con un pase interior de Calderé, se metió en el área y marcó. Aquello prometía. El Barça era un equipo lanzado, enrabietado y machacón que convertía al Göteborg en un pelele que bastante hacía con defenderse. Esto tenía que ser coser y cantar...

Pero para nada. Antes del descanso los suecos se empezaron a estirar y en una de esas jugadas dudosas les anularon un gol por fuera de juego (no seré yo quien a estas alturas lo ponga en duda). Llegamos al descanso. Cansados por los nervios, el bocata que no entra, la humedad que se mezcla con el humo de los cigarros, Schuster que no está bien (jugó con fiebre). Y aún esperanza, aunque ya no el convencimiento del principio, de que esto aún puede sacarse adelante.
Y empieza la segunda parte y se repite de alguna manera la película. Nos vamos adelante, con todo; dejando apenas a Migueli y Alexanco en defensa, convirtiendo a Sánchez y Julio Alberto en extremos, a Carrasco en interior, a Esteban en 'chico para todo'. Tocan arrebato pero el gol no llega... Hasta el minuto 18, cuando al bueno de Migueli le da por lanzar un balón en profundidad (¡pero qué hace éste, se cree que es Schuster! se escucha decir en la grada). Cuando el murmullo aún no ha cesado aparece la frágil figura de Pichi controlando el balón con el alma, entrando en el área y disparando cruzado ante un portero que se hunde en la miseria. 2-0. Uff, aún falta.
Schuster ya no estaba en el campo (sustituido por Pedraza) y se intuía el momento de la verdad, el momento para dar el golpe de gracia al partido y la eliminatoria. Teníamos la final a tocar con las manos... Y llega el éxtasis. A Carrasco le llega un balón en el extremo zurdo y empieza a hacer de las suyas. Los pro Carrasco se frotan los ojos, los anti Carrasco preparan su bronca cuando el 'Lobito' se dribla hata tres veces a los defensas suecos entrando en el área por la línea de fondo, levanta la cabeza, ve a Pichi allá a lo lejos y le manda un centro digno del mejor Rexach y Alonso, GRANDE PICHI, lo pica con la cabeza a la red. Y, loco de contento, corre a celebrarlo con volteretas incluidas mientras nosotros, en la grada, llegamos al éxtasis. Se ha empatado la eliminatoria. Pichi ha marcado los tres y estos pobres suecos están ya casi de rodillas.

Pero nada. Venables saca a Pichi del campo y mete a Clos; el ritmo baja de forma alarmante y los dos equipos se dan por satisfechos con llegar a la prórroga. Y en ella más de lo mismo, o sea, más de nada. Vámonos a los penalties.

Normalmente el Barça había tenido fortuna en este tipo de suertes. Aún tenemos en la memoria el 'Urruti t'estimo' de Valladolid un año antes así que no podemos fallar.
Marcan Petterson, Alexanco, Andersson, Pedraza y Larsson consecutivamente... Y WERNERSON le rechaza el tiro a CARRASCO!!! Estamos contra las cuerdas porque Fredriksson marca el 2-4; Calderé no falla y todos somos Urruti. Y URRUTI no nos falla en el lanzamiento de Nilsson, y Urruti empata con su lanzamiento. Y así, con 4-4 nos vamos a la muerte súbita. Y allí el pobre Mordt lanza fuera y Víctor marca. Y SOMOS FINALISTAS. Y el Camp Nou se viene abajo.
Aún recuerdo a Venables paseado a hombros por Migueli mientras nadie se marcha del estadi. Y años después descubriré a un crío llamado Guardiola (recogepelotas) abrazando al Víctor más contento de su vida.
Otra nit màgica. El Barça estaba en la final... Aunque esa es otra historia.
FC Barcelona:Urruti, Sánchez, Migueli, Alexanco, Julio Alberto, Víctor, Schuster (Pedraza), Calderé, Esteban, Carrasco y Pichi Alonso (Clos).
Göteborg:Wernersson, Ronald Nilsson, Svensson (Mordt), Larsson, Fredriksson, Andersson, Petersson, Tord Holmgren (Johansson), Tommy Holmgren, Ekström y Torbjön Nilsson.
Arbitro:Paolo Casarin
1-0 Pichi Alonso 9. 2-0 Pichi Alonso 63. 3-0 Pichi Alonso 69.

martes, noviembre 14, 2006

Barça 1 Leeds 1 (Copa Europa 1974-75)


Sant Jordi 1975. Franco aún está ahí, pero yo apenas sé quien es. Me interesan más un tal Clarke o un tal Bremner que en Inglaterra nos habían marcado dos goles.

El sábado pasado le habíamos cascado un 3-0 al Betis que al menos levantaba el optimismo en una Liga ya perdida y, como tantas veces (según fui aprendiendo con el paso de los años) ridícula. El Barça es cuarto a 15 puntos del Madrí (15 puntos de los de entonces que hoy, viendo la clasificación, serían 21). Pero nuestra guerra era otra. Habíamos vuelto 'mil años después' a la Copa de Europa y no podíamos fallar. Por el camino se quedaron el Voest Liz austriaco, el Feyenoord holandés y el Atvidaberg sueco. Ya estábamos en semifinales y enfrente teníamos al Leeds United inglés, que en la ida nos ganó por un 2-1 que no era insuperable. Nos esperaba el Bayern en la final... Y aún nos debe estar esperando.

Y es que Sant Jordi, patrón catalán, también lo es de los ingleses y será que aquella noche le tiró más lo británico, ¡kullons!. Con el campo lleno, más de 80.000 éramos ahí apretados y con el bocata a punto, a Michels le dio por jugársela. Puso juntos a Rexach, a Cruyff, a Heredia y a Clares. Y el Barça salió dispuesto a morir por el triunfo. Atacar y atacar era la consigna. Y en menos que canta un gallo un tal Lorimer nos hizo callar a todos. Marinho y De la Cruz, que si tu que si yo, se quedaron en babia y le dejaron el balón a este escocés que apenas si tuvo que empujarlo ante un pobre Sadurní que la vio entrar. 0-1 en seis minutos. Aún no conocíamos el significado de remontada épica pero a ello había que ir. Y entonces, esto sí lo recuerdo como si fuera ayer (bueno, anteayer), apareció un tal Stewart, el portero del Leeds, al que le dio por pararlo todo. Que si un remate de Clares, que si una volea de Rexach, que si un cabezazo de Migueli. Nada, no había manera.

Descanso, bocata, lamentos, Helenio Herrera en boca de mi padre y mis tíos (y quien es este Helenio Herrera me preguntaba yo) y vamos a ver después.
Pues nada, después más de lo mismo. Ese equipo de blanco se defendía de cualquier manera y a nosotros se nos acababan las ideas hasta que, en la desesperación, Gallego saca una falta 'a la olla' y ahí aparece la coronilla de Clares que peina la pelota y, sí, GOL. Entró. Faltan 20 minutos. No hay móvil para llamar a casa y decirle a mi madre que llegaremos más tarde porque habrá prórroga y, quizá penalties. Porque, también lo recuerdo, ni sospechábamos que íbamos a fallar.
Pero nadamos, nadamos, nadamos... y en la orilla nos ahogamos. El árbitro expulsó a uno de ellos por darle un puñetazo a Clares y hubo momentos que todos menos Sadurní estaban en el área de los ingleses, ahí, en el gol sur, el de Travessera, el nuestro. Pero nada, no hubo manera. Sant Jordi pasó de nosotros. La Copa de Europa seguía siendo fruta prohibida.

Volviendo a casa no pude callarme. ¿Y quien es el Helenio Herrera que tanto hablabais? le pregunté a mi padre. No me lo explicó demasiado pero me dijo que en Portugal, hacía años, un club había echado a un entrenador y que éste les había lanzado un maleficio. Sin saber si reir o llorar, le dije que qué tenía eso que ver con nosotros y me contestó que algún día sabría la historia de Helenio Herrera, la guerra que tuvo en Barcelona con Kubala, la marcha de Suárez y su cese. 'Desde entonces', me dijo, 'estamos así'. Con el tiempo conocí todas esas historias, pero a la mañana siguiente, en el cole, tuve que aguantar a la panda de burros del Madrid de mi clase burlándose de mi. Era un crío, y los críos, si son hinchas como era yo, sufren mucho más esas decepciones. Y sólo era la primera...
FC Barcelona: Sadurní, Marinho, Gallego, Migueli, De la Cruz, Neeskens, Asensi (Rifé), Rexach, Cruyff, Heredia y Clares.
Leeds United: Stewart, Cherry, Gray, McQueen, Hunter, Bremner, Madeley (Giles), Clarke, Jordan, Yorath y Lorimer.
Arbitro: Erich Linemayer
0-1 Lorimer 6. 1-1 Clares 69

viernes, noviembre 10, 2006

Barça 3 Ipswich Town 0 (UEFA 1977-78)

En la ida, en Portmand Road, nos metieron un 3-0 que nos dejaba más fuera de dentro. El domningo anterior, cuatro de diciembre, el Madrid nos echó de la Liga ganándonos 2-3 en el estadi y encima ese miércoles llovía. Y a cántaros además.

Empiezo con este partido este blog porque si bien antes hubo otros que no se me olvidan, ese fue especial. Tenía doce años y recuerdo una discusión entre mis padres. Yo estaba acatarrado y mi madre se negaba en redondo a que saliera de casa. 'Si no está bien para ir al cole, al fútbol tampoco' le dijo, más o menos, a mi padre cuando él le pidió que nos hiciera un par de bocatas para irnos al campo. Obviamente al final fui, con un anorak y paraguas al estadio. Recuerdo que el campo estaba medio vacío. Entre el frío (el invierno era invierno y no como la mariconada de tiempo que hace ahora), la lluvia, el 3-0 de la ida y el desencantó culé por el varapalo del Madrid del fin de semana anterior había tanto cabreo como desencanto entre los culés. Pero ahí estábamos nosotros, en nuestro asiento de lateral 'a ver qué pasa'.
Y lo que pasó aún lo recordamos los que allí estuvimos. Antes de la media hora Rexach sacó un corner (ya me gustaría ver ahora a alguien lanzando los corners como lo hacía él) y Cruyff, de cabeza, marcó. Mira, nos decíamos, a ver si al menos no nos vamos con la cabeza alta. Seguía lloviendo y seguía el Barça dominando pero más allá, si no recuerdo mal, de un remate de Fortes que Cooper despejó no hubo nada. Media parte y al bocata (es curioso, tuvieramos hambre o no en aquella época siempre comiamos el bocata en la media parte). Si en la primera parte más o menos estuvimos entretenidos lo de la segunda fue el acabose. Sólo empezarla Asensi vio el desmarque de Cruyff entrando en el área y le cedió el balón para que Johan, con un disparo cruzado marca de la casa, metiera el segundo. 2-0 y 44 minutos por delante!! A partir de ahí fue un no parar. Los pobres ingleses se las veían y deseaban para defenderse. Robson puso poco menos que el autobús y Migueli, Clares y Neeskens estuvieron a punto de meter el tercero. Como el culé ha venido a este mundo a sufrir, Nick Mills, en un contragolpe, nos puso las pelotas por corbata al rematar al palo. El final ya era a cara o cruz y cuando todo hacía pensar que saldría cruz un defensa inglés se cargó a Clares en el área. El árbitro penalty y Rexach engañó al portero metiendo el 3-0. Era el delirio. Nos íbamos a la prórroga.
Y seguía lloviendo. Fue media hora de muermo con dos equipor agotados y abocados a la suerte de los penalties. Y allí nació 'San Artola'. Rechazó el primero de Talbot y el segundo de Viljoen; Mills marcó pero Woods lo tiró al poste. El Barça estuvo más certero. Marcaron Rexach, Asensi y Amarillo y aunque Olmo la cagó no hizo falta que Cruyff lanzase el quinto. ¡Se había hecho el milagro!.
Bajo la lluvia y con un frío que pelaba volví a casa más acatarrado si cabe pero hinchado de felicidad. No existía el pay PPV, ni el plus ni TV3. Ni falta que nos hacía. Sólo lo vimos 30.000 y descubrimos que los milagros existen. ¡I TANT!
FC Barcelona: Artola, Mazizo, Migueli, Olmo, Sánchez (Amarillo), Neeskens, Rexach, Fortes, Cruyff, Asensi y Zuviría (Clares).
Ipswich Town: Cooper, Mills, Hunter, Tibbot, Talbot, Osborne, Osman, Mariner, Whymark (Geddis), Gates (Viljoen) y Woods.
Arbitro: Erich Linemayer.
1-0 Cruyff 21 2-0 Cruyff 46 3-0 Rexach de penalty 87

Pd. El entrenador del Ipswich era Bobby Robson